D. José María Gómez Carrillo, pregonero de Navidad 2008

“Lla noche del Niño es la noche abaranera por excelencia y Abarán, el marco perfecto para vivir la Navidad”

D. José María Gómez Carrillo ha ofrecido en la Parroquia de San Pablo un emotivo y cariñoso Pregón de Navidad que ha congregado a más de doscientas personas. Acompañado por familiares y amigos, “Pepe, el carpintero”- como es conocido en Abarán- ha señalado que el encuentro familiar, el diálogo, el amor y la búsqueda y acogida del Niño Jesús, constituyen la verdadera Navidad. El párroco D. Vicente Martínez García, que fue sacerdote en Abarán entre los años 1988 y 1990, ha sido el encargado de presentar al pregonero, al que le une una larga amistad. El alcalde del municipio, D. Antonio Eugenio Gómez le ha obsequiado con una insignia de la localidad. Un concierto de Navidad a cargo de la soprano Carmen Iglesias, el soprano masculino José Ramírez y la pianista Begoña Tomé, han puesto el broche final a este acto que anuncia oficialmente el inicio de las fiestas navideñas en la localidad.

La Parroquia de San Pablo ha sido escenario del emotivo Pregón de Navidad ofrecido por D. José María Gómez Carrillo, un hombre que vive y siente Abarán y que ha intentado siempre impulsar todo lo relacionado con su pueblo. Conocido como “Pepe el Carpintero”, su carácter afable se ha puesto de manifiesto en un entrañable discurso a través del cual señala las razones existenciales de la fiesta navideña como identidad y compromiso de los cristianos, como encuentro familiar, donde el diálogo, el amor y la búsqueda y acogida del Niño que nace, constituyen la verdadera Navidad.

Citando los versículos de San Lucas, D. José María Gómez ha destacado que su responsabilidad como pregonero es recordar el misterio del nacimiento de Jesús, “el hecho más importante que ocurrió a la Humanidad; esta es la motivación de la Navidad- continuaba-, el anuncio del ángel a los pastores. El ángel es el auténtico pregonero”, afirma.

Su narración se ha centrado en los recuerdos y anécdotas de su infancia, en la necesidad de celebrar la Navidad en compañía de nuestros seres queridos, y ha propuesto esta época del año como un momento de reflexión ante la situación actual que vivimos, un mundo globalizado donde la riqueza y el bienestar se mezclan con la injusticia, la miseria, el hambre y la violencia.

Gómez también ha tenido palabras de cariño en memoria de dos amigos ya fallecidos, “Fernando Gómez, el Sacristán, y Carmelo (de Florinda)”, y en recuerdo de Luis de Evaristo y de Augusto Puche, mientras repasaba momentos típicos de estas fechas ocurridos en su barrio (La Solana).

Sus palabras han recorrido aspectos cotidianos de la vida en Abarán, como el sonido de las cascañetas, que acompañaba a las voces del coro de la Iglesia durante las Misas de Gozo, o la Noche del Niño, una festividad típica del municipio. “La Noche del Niño- afirmaba- es, sin discusión, la noche abaranera por excelencia. Es posible que nuestra fiesta no tenga parangón en ninguna otra parte del mundo”.

“Es la visita – continuaba- que el Niño Dios nos hace año tras año en cada casa, donde todas las personas lo reciben con humildad y amor, recordando sobre todo a los seres queridos que ya no están con nosotros”.

Esta tradición viene conmemorándose desde hace mucho tiempo y según la versión más extendida, surgió cuando el municipio sufrió una epidemia.“La mayor parte de los vecinos que lo poblaban estaban enfermos y en cama, por tanto no podían ir a la Iglesia a adorar la imagen del Niño. Entonces el sacerdote pensó – si estas personas no pueden venir a la Iglesia para adorarlo, el Niño Jesús irá a sus casas-. Y así fue, o pudo ser- ha explicado-, el principio de esta bendita historia”.

La noche del Niño se celebra el 6 de enero y la Hermandad de las Ánimas es la encargada de organizar esta fiesta, cuya complejidad es digna de mención.

D. José María Gómez ha reiterado el honor que para él ha supuesto ser pregonero de la Navidad, “un orgullo para quien, como yo- decía- reúne pocos méritos, quizá el único sea el de amar intensamente nuestras tradiciones y en especial lo que significan en su conjunto la Navidad y La Noche del Niño”. “Es posible- continuaba- observar como en estas fechas, la gente tiende a ser mejor. Se ven muchas más sonrisas por la calle, más saludos, más alegría. Uno desearía que fuese siempre Navidad”.

En su discurso ha destacado que “Abarán es el marco perfecto para vivir los entrañables días de Navidad” y ha invitado a los presentes a compartir la cultura de estas fiestas con las diferentes generaciones, así como la ilusión de esperar la llegada de los regalos o el momento de montar el esperado Belén, propio de estas fechas. “Espero- decía- que mis nietos sigan con esta tradición, tan bonita y tan cristiana”.

El pregonero ha concluido su intervención con palabras cargadas de sentimiento: “La Navidad es un momento excelente para que los hombres y mujeres de buena voluntad, poseídos por ese espíritu navideño fuésemos capaces, en la medida de nuestras posibilidades, de buscar el remedio del dolor de los demás; una Fiesta que celebramos en familia y con los amigos, en la que debemos intentar cumplir las palabras de aquel Niño cuyo nacimiento vamos a celebrar, para que algún día sea SIEMPRE y PARA TODOS, NAVIDAD”.

Pregón de Navidad 2008 

      Buenas noches, autoridades, señores sacerdotes, señoras y señores, amigos todos:

     Es para mí motivo de alegría y satisfacción poder ofrecerles el Pregón de Navidad, así como un gran honor  hablar de mi pueblo en esta época tan entrañable. Agradecerles que me hayan brindado la oportunidad de estar aquí esta noche y compartir con todos ustedes mis vivencias. 
 

     Con la llegada de estas fechas acuden a mi memoria recuerdos de mi niñez grabados de forma imborrable, cuando un montón  de zagales y zagalas cogíamos leña, broza y cañas para preparar la “lumbrenaria” (que es como aquí le llamamos), aquella que anunciaba la llegada inminente de la Navidad.  

     Recorríamos el paraje del Jarral y en sus huertos buscábamos todo lo que pudiera servir para quemar. También nos desplazábamos al Barranco de la Carrahila, atábamos las ramas con un cordel y arrastrando o “a cuestas” lo traíamos al pueblo  para dejarlo en algún corral de los amigos o compañeros hasta la víspera de La Purísima que es cuando se hacía la primera “lumbrenaria”. 

     En todos los barrios del pueblo preparaban las suyas y en cada uno los zagales formábamos “bandas” con la misión de guardar celosamente su leña y a ser posible coger la de otros para presumir que la suya fuese la más grande y duradera. Esto nos acarreaba tener alguna pelotera con los contrarios (suave, eso sí).

     Yo casi siempre estaba en estos líos y algunas vecinas me decían que era el más malo del barrio, quizá fuese verdad. 
 

     En La Solana, que era mi barrio había por entonces muchos zagalotes que no se quedaban atrás como Joaqui “El Pajero”, Bernardo Guillamón , los hermanos Chapín  Jesús y Juan , Guillermo González el Marmolista, Carlos de Filiberto, Manolo Moscardó, Fernando el Catre , Antonio Saorín, Fernando Gómez el Sacristán y Carmelo de la Florinda, estos dos últimos amigos fallecidos recientemente. Un recuerdo muy especial para ellos.

     Éramos muchos más (no voy a nombrarlos a todos) y yo creo que más que malos  fuimos revoltosos, algo propio de nuestra edad. Al fin se realizaban las “lumbrenarias” y los vecinos sacaban enseres viejos e inservibles. No eran muchos, pero bastaban para pasarlo bien. 

     Con el paso del tiempo  y con la llegada de otras generaciones, cambiaron los personajes, pero seguían ardiendo las mismas hogueras tanto en la Plaza Vieja como en otras partes del pueblo. La leña y los enseres viejos los recogían en un corral de la plaza, donde hoy está la farmacia, y reforzábamos el fuego con un camión de trastos y palets viejos que Jesús Tornero, hijo de Dña. Piedad  se encargaba de traer desde su almacén.

      Los zagales no tenían muchos problemas para la recogida de la leña , pero sí de la ubicación de la lumbre.   

     El Progreso empezaba a poblar de coches la plaza era difícil encontrar un hueco, y eso que por la mañana ya se anunciaba la “lumbrenaria”.

     Teníamos, y digo teníamos, porque yo también participaba, que desplazar los coches a brazo entre todos y dejar un espacio más o menos seguro para que no ocurriera ningún accidente.

     Los zagales eran los hermanos José y Nino, Marieta, los hermanos Fuentes, Jesús Joaquín  y su hermano José Antonio, Ángel Ariño, los nietos de Dña. Piedad, Almudena, Eli, Leticia, Lourdes, Ana y mis hijos Raúl e Inés, también participaba Augusto Puche  que se convertía en otro zagal más entre todos . Y así  poco más o menos transcurrían las cosas. 
 

     Ya muy cerca de la Navidad, cuando empezaba nuestra adolescencia, les decíamos a nuestros padres que varios amigos íbamos a ir a las Misas de Gozo y a pesar de ser demasiado jóvenes y de que aún era de noche, no nos ponían muchos impedimentos.  

     Yo le decía a mi madre - Mamá, pon el despertador a las 7 y media , que no se me haga tarde , si ves que no me levanto me llamas antes de que vengan mis amigos.

      Mi padre me hizo la primera cascañeta que tuve. Ya en el coro de la iglesia nos juntábamos más de 30 zagales, cuando las mujeres entonaban un villancico, nosotros hacíamos sonar nuestras cascañetas, más bien sin orden ni concierto. 

      Estanislao, el bueno del sacristán, nos rompía alguna en nuestra cabeza o cualquier otra parte del cuerpo  para que nos portáramos correctamente.  

     Pasaron los años, recuerdo que en los ochenta, una persona , entrañable  para mí, me decía – Vamos a las misas de gozo con nuestras cascañetas y zambombas para animar nuestros villancicos-  yo le acompañaba de buen grado.

      El disfrutaba con todo lo referente a nuestro pueblo, participando en todos los actos que se programaban. Este amigo era Luis de Evaristo, una gran persona que siempre estará en mi memoria. 

     Desde  pequeño siempre tuve la ilusión de tener un Belén. Me gustaba ver el que tenían algunos de mis amigos, que pese a no ser muy grandes a mi me lo parecían. El grupo principal era el Nacimiento, con La Vírgen María, San José y El Niño , el buey y la mula. Me llamaba mucho la atención el río que se hacia con papel de plomo. - ¿Cuándo podré tener uno?- me preguntaba. La economía en aquel tiempo era muy precaria, aunque las figuras no eran muy caras, yo no las podía tener.  

     Pasó el tiempo y el año que me casé por fin me compré el primer nacimiento. Fue de plástico, pero me llenó de alegría poder tener ese Nacimiento en mi casa.  

     Con el paso de los años pude formar un Belén con figuras de barro de varios artistas murcianos, y con mis hijos disfrutábamos mientras íbamos colocando las figuras.

     El Portal con los pastores adorando al Niño, el río ya con agua corriente , la noria, el caserío, Los Reyes Magos y los Ángeles anunciando la venida de Cristo , hasta quedar terminado para que también los amigos lo contemplaran.

     Espero que mis nietos sigan con esta tradición, tan bonita y tan cristiana y recuerden siempre el hecho más importante que ocurrió en la humanidad; el nacimiento de Jesús. 

     Según el texto de San Lucas que dice – No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy en la Ciudad de David, os ha nacido un Salvador, El Mesías, El Señor. Y aquí teneis la señal: encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre -. 

      Esta es la motivación de la Navidad. Este es el anuncio del ángel a los pastores. El ángel es el auténtico pregonero.

     Y aquí está mi responsabilidad esta noche; pregonar el Misterio más grande de la historia humana. Misterio que se anuncia a unos pastores, personas que a pesar de su sencillez van a comprender por qué Dios se hace uno de nosotros.  

     Es el  propio Jesús quien dice – Te doy gracias Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos de este mundo  y se las has revelado a la gente sencilla-.  

     En cierta ocasión oí decir, que la puerta de entrada a la Basílica de Belén es muy pequeña, de tal modo que todo el que entra por ella tiene que agacharse, tiene que humillarse, hacerse pequeño. Esta es la Navidad que nos identifica a los cristianos y que tenemos la responsabilidad de no perder. La verdadera Navidad es un encuentro familiar en clima de diálogo y amor.

     La verdadera Navidad es una búsqueda y acogida del Niño que quiere nacer.  

     Todo esto lo hemos celebrado y lo seguimos celebrando en  Abarán, porque nuestro pueblo y sus gentes son el marco perfecto para vivir los entrañables días de la Navidad. Así lo viví yo y esta vivencia en la que quiero compartir con vosotros, para traeros a la memoria tantos recuerdos, y al mismo tiempo invitaros a transmitir a esta generación lo que nuestros padres nos hicieron vivir. 
 

     Me comentaba mi madre hace mucho tiempo, que cuando era pequeña (tenía entonces 6 ó 7 años), en la noche del 5 de Enero, mis abuelos le dijeron que pusiera los zapatos en el balcón para que los Reyes Magos le dejaran regalos. Ella tenía unos zapaticos preciosos de charol negro y los dejó en el balcón esperando que los Reyes se acordaran de ella. La noche fue lluviosa, ella esperó con una gran ilusión a que llegara el día para recoger sus regalos. Al abrirlo sólo encontró sus zapatos llenos de agua. ¡Qué desconsuelo más grande! Seguramente los Magos de Oriente olvidaron pasar por su puerta.  

     La noche del 5 de Enero es la noche de los niños. Ellos esperan con ilusión la cabalgata de los Reyes Magos pues saben que le van a traer algún juguete de los que han pedido. Desde hace algún tiempo los niños escriben sus cartas pidiendo a los Reyes lo que desean. Antes no se escribían, porque lo máximo que te podían traer era una anguila de mazapán rodeada de peladillas que días antes veíamos en los escaparates.  

     El día de Reyes o Noche del Niño recuerdo los tiempos que en la Plaza y en la Era los jóvenes en edad de pretender buscábamos el grupo donde estuviera la persona que nos gustaba. Solíamos salir a bailar entre dos filas de amigos y amigas y cantábamos aquello de “QUE LO BAILE, QUE LO BAILE”, más de un noviazgo surgió de aquellos momentos. 

     Cuando visitábamos las casas de amigos y familiares para besar la imagen del Niño, nos obsequiaban con dulces tan típicos como mantecados, escaldaos y rollos, y para que no nos empalagáramos nos ponían una copica de licor café, o de coñac o de anís dulce, todas de garrafa.

     En otras nos convidaban con flores de maíz con sal y azúcar, que primorosamente nos presentaba en una capaza la Elisa de la Alfonsa. De esto hace casi 50 años y aun hoy cuando la veo me lo recuerda con mucho cariño. 

     La Noche del Niño es sin discusión la noche abaranera por excelencia. Es posible que nuestra fiesta no tenga parangón en ninguna otra parte del mundo. Es la visita que el Niño Dios nos hace año tras año en cada casa, donde todas las personas lo reciben con humildad y amor, recordando sobre todo a los seres queridos que ya no están con nosotros. 

     Esta tradición viene conmemorándose desde hace muchísimo tiempo y según la versión más extendida surgió al padecer el pueblo una epidemia. La mayor parte de los vecinos que lo poblaban estaban enfermos y en cama, por tanto no podían ir a la Iglesia a adorar la imagen del Niño. Entonces el sacerdote pensó – si estas personas no pueden venir a la Iglesia para adorarlo, el Niño Jesús irá a sus casas-. Y así fue, o pudo ser, el principio de esta bendita Historia. 

     La Hermandad de Ánimas , a la que tuve el honor de pertenecer durante muchos años , es la encargada de la organización de esta fiesta desde tiempo inmemorial, y así aparece en el libro de Actas con fecha de 20 de Abril de 1901 , siendo entonces el cura párroco D. José Candel.  
 

     No es sencilla, aunque pudiera parecerlo, la organización de este día. La Hermandad hace todo cuanto está en su mano, pero cada año lo tiene más complicado. Necesita colaboración. Cuesta trabajo creer que el día más auténticamente abaranero, al que casi todos tenemos como excepcional, al que queremos como a ninguno y del que todos presumimos, no se encuentren personas para ayudar en esta labor.

     La Hermandad necesita un soporte fuerte, a veces fallan las fuerzas, pero no se puede perder una tradición que con tanto esfuerzo e ilusión  nos legaron nuestros antepasados. 

     Así mismo quiero recordar la visita que El Niño hace por la mañana a todos los Hospitales de Murcia, donde se encuentran enfermos y familiares de Abarán.  

     Son momentos muy emotivos los que se viven. Me gustaría  que el grupo que acompaña a la Sagrada Imagen, que en un principio  fue muy numeroso y cada vez es más pequeño, volviera a contar con un buen número de personas acompañando a nuestro Niño con ilusión, para que estos abaraneros hospitalizados no se encuentren solos y recuerden siempre que ese día en el que se encontraban enfermos y fuera de su hogar , El Niño Jesús y un buen número de abaraneros y abaraneras se acordaron con cariño de ellos.  

     Ser pregonero de esta Navidad es un gran honor, para quien, como yo, reúne pocos méritos , quizá el único sea el de amar intensamente nuestras tradiciones y en especial lo que significan en su conjunto la Navidad y La Noche del Niño. La Navidad es una fiesta esencialmente religiosa, que celebramos todos independientemente de nuestras creencias, por lo que para algunos, quizá muchos, tenga a veces un matiz más de diversión, que espiritual. 

     Y  sin embargo, en líneas generales, es posible observar como en estas fechas, la gente tiende a ser mejor. Se ven muchas más sonrisas por la calle, más saludos, más alegría. Uno desearía que fuese siempre Navidad.  

     Pero ni siempre es Navidad, ni para todos es Navidad. En este mundo global en el que vivimos, no hay que buscar mucho para ver aquello que no nos gusta: hambre, injusticia, miseria, violencia…Todo lo muestran diariamente por la televisión, aunque a veces haya que hacer una pausa y reflexionar para entender estas situaciones en toda su dimensión.  

       La Navidad es o debiera ser un momento excelente para la reflexión, para que los hombres y mujeres de buena voluntad, poseídos por ese espíritu navideño que antes hemos descrito fuésemos capaces, en la medida de nuestras posibilidades de buscar el remedio del dolor de los demás.

     La Navidad es una Fiesta que celebramos en familia y con los amigos, en la que debemos intentar cumplir las palabras de aquel Niño cuyo nacimiento vamos a celebrar, para que algún día sea SIEMPRE y PARA TODOS, NAVIDAD.  

Muchas gracias. 
José María Gómez Carrillo
 Pepe “El Carpintero”